Soy alma de cambio.
Giro y giro incesantemente como bailarina del templo en el fractal del Universo que baila y baila en el fractal de la Vida.
Soy Alma de cambio lo quiera o no.
Es mi materia prima sinónimo de lo que llaman amor aún sin reconocerlo, sinónimo de movimiento aunque imperceptible.
Soy Alma de cambio sea en contracción o en expansión.
Donde pasó aunque sigilosamente mi ser danza y da a luz lo inevitable. Dorado de amatista, bromea lo antinatural y lo desdibuja.
Soy Alma de cambio porque soy Vida y la amo.
La amo profundamente cómo se ama un Dios cuando es tu amante. Cuando los pedestales han caído y los 7 velos están raidos.
Soy Alma de cambio porque nunca escuché que no se podía serlo.
O quizás mis oídos estaban cerrados a tales impertinencias o ¿debería decir prepotencias? Mi escucha estaba ocupada en una música subyacente de la naturaleza.
Soy Alma de cambio y quizás porque ya no me lo niego, el capullo se esta desintegrando.
En sus deshechos encuentro mi camino trazado. Las nostalgias luchando por hecharme un ancla que sin embargo no cala en mi puntería ya anciana aunque tentadoras.
Soy Alma de cambio y bailo en lo visible como en lo invisible.
No sé ni cómo ni cuándo, ni me importa, me gusta demasiado bailar para perderme en pasos en falso de un taconeo de soberbia.
Soy Alma de cambio, sencillamente porque es ser humana.
Y bailo el quinto reino que se está pariendo. Un alianza impertinente entre cosmos y este planeta. Comadrona infalible de las estrellas que nos guían hacia el supremo aliento de la verdad.
Soy Alma de cambio reverenciado el verde, sabia del pueblo de la Tierra, Granero de esperanza.
Soy, autoalabandose, en una transmutación infinita, ausente de resultados, como en el desierto lo hace el almuédano a la llamada del alba y descubre la aurora.
Soy. Porque es sufi-ciente.
