¿ABU y a Noche que paso??? Ninguno la encontramos…
Mira Niña! Anoche fue… como un gran balance…
Un balance, como decía mi abuela, es cuando uno se balancea sobre si mismo y le sale un canto de no se sabe donde, entonces el corazón empieza a soltar todo lo que le pesaba. Y las lagrimas purificadoras se hacen presente, al son de la voz de uno, que estira por dentro, todos los hilos del recuerdo…y el fuego interior abraza todo a su paso.
Anoche, me di cuenta hija, que pensamos no saber volar y en realidad… lo que no sabemos es aterrizar. Llevamos así tanto tiempo dándonos estampidas que creemos que lo importante es volar sin aterrizar nunca, por si acaso.
Anoche, me di cuenta que por mucho que duerma, beba o coma, no hay otra cosa que me alimente mas que saber del amor a todo lo que ES, Dios o como quiera llamarse; a mi misma, en respeto de la Divina humanidad que me pasea y que en todo, es afuera, vestida del profundo deseo de la reverencia.
Anoche me di cuenta de mi anhelo de levitar, no por la comodidad que eso ha de ser, sino por respeto a este lugar que piso ahora, muchas veces sin mirar…no lleve mis huellas sobrantes de peso.
Anoche, me di cuenta, cuanta soberbia hay en decir que aprendemos algo y que la vida son lecciones para que nosotros sepamos esto y aquello, dejando la evolución, la danza de la vida, como una escuela de las de nuestras infancias.
Anoche, Me parece haber pensado en una fracción de segundo, de esos que se te escapan, y que por mucho que quieras volver a tirar del hilo, huye…que la gran ilusión es precisamente creer hasta eso, que podemos definir nada mas y nada menos que la Vida.
Anoche, me di cuenta que hay lugares de nombres exóticos, donde no se llega nunca, al menos que decidamos que ya están aquí y ahora, desde siempre y para siempre, caminándonos el corazón.
Anoche me di cuenta, cuantas veces faltamos al respeto al Creador-a, cada vez que pataleamos queriendo que las cosas sean diferentes, cuando son esas diferencias, las que hacen que caminemos, cada instante, menos muertos.
Anoche, me di cuenta que cuando llega este gran vacio, y un amigo te acoge en sus brazos, es como volver a casa, sentarse frente al roble y dejar correr el arroyo. Esos brazos abiertos de desiertas intenciones, desplegando a mis pies, alfombras tejidas de oasis, para que vuelva a Ser aquí, mas allá de todo, brotando el gran suspiro a la temida primera inhalación.
Anoche, me di cuenta que por mucho que uno cuente las cosas…
Anoche, hui con el Águila, y costo, hija, costo regresar.
Y es que Anoche, me sobraba todo…
La Abuela Tatiana.