Pasa el tiempo, las tecnologías nos invaden ¿pero cambia algo realmente?,
las antiguas terapias son recuperadas ¿pero cual es el salto realmente?
he recuperado la semana pasada, gracias a su autor, este poema que en 1988 me ayudo mucho,
cuando lo vuelvo a leer siento que aun sigue allí con necesidad de ser cantado,
por ello lo canto aquí para todo aquel que quiera oírlo.
El miedo.
Yo no puedo hacer nada por tu miedo.
Ni dejarte desnudo frente a los perros.
El león tiene hambre. Los piojos crecen.
Y tu pan y tu sopa son importantes;
Tu zapato, tu abrigo, tu sol, tu techo…
Yo no puedo nada por ese miedo,
Porque viene de siglos y anda de adentro,
Y de pronto, son pocas dos manos solas
Y esa luz que pregunta frente al espejo.
Yo no puedo hacer nada. No lo inventamos
Nosotros los que andamos sembrando sueños.
Ni vos, que con las manos moves el mundo.
(Ya sabemos de sobra quienes lo hicieron).
Yo no puedo, yo solo, no puedo nada.
Pero puedo cantarte y hacer que andemos.
Y volar rutas repletas de alas
Y tener de la tierra todos los fuegos.
Yo no sé, cuanto puedo por ese miedo…
Ese miedo que dice: Quédate quieto,
No te metas. Cuidado. Salva el puchero.
Deja que ladren otros. No hay que quemarse.
No te calientes. Chito… Todo está hecho.
Ese miedo te deja seguir tirando.
Pero no te permite seguir viviendo.
Y te deja temblando con tus preguntas.
Y te traga la nada, detrás del tiempo.
Ese miedo te ata, te roba la sangre,
Maneras de entregarte, de amar entero,
Y Dios, el de este lado, no puede hablarte,
Porque cuando se acerca, le tenes miedo.
Ese miedo trampea. Ronda de “tanga”
Se disfraza de cuco. Te enfría el beso.
Lo mismo que las sombras, solo se agranda
Cuando la luz no sabe como correrlo.
…………………………………………………………………………….
Yo puedo hacer muy poco por tu miedo,
Pero puedo hacer mucho por tu esperanza.
Si consigo que ahora me escuches esto.
Si consigo que pienses. Que no te caigas.
Puedo hacer que cantemos hasta el milagro.
Y encontremos la forma de nuestras armas.
Y hablemos un idioma que sin hablarnos,
Nos junte codo a codo, cuan haga falta.
Yo no sé lo que puedo contra tu miedo.
Contra el miedo del mundo, pero al fin, puedo…
Yo levanto mi sangre, mi fe en tus sueños.
Levanto tu esperanza, levanto el verso,
El amor de los hombres, mi vaso lleno
Y te invito a buscarnos lo que tenemos.
Porque de esto que crece, somos los dueños.
Porque es hora que empiecen a comprenderlo.
Porque siento que algo ya estoy haciendo,
Si consigo que ahora me escuches esto.
Si consigo que pierdas el miedo al miedo…
“Para cantarle a mi gente” (1971)
Héctor Negro.